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Tribuna

Economía y Sociedad № 103
Abril - Junio 2020

Cuba, el mito de la salud y la educación

Por Hans Bader, abogado miembro The Federalist Society (Fundación de Educación Económica, 5.3.20; Extracto)

Castro no alfabetizó a los cubanos. Según datos de las Naciones Unidas, Cuba ya tenía una de las tasas de alfabetización más altas de América Latina en 1950, casi una década antes de que Castro tomara el poder.

 

Cuba en 1957 era un país desarrollado. La Habana, antes de Castro, era una ciudad brillante y dinámica. Cuba tenía una mortalidad infantil menor que la de Francia, Bélgica, Alemania, Israel, Japón, Austria, Italia, España y Portugal. Tenía más médicos y enfermeras por persona que los Países Bajos, Gran Bretaña y Finlandia e igual número de autos por persona que Italia y Portugal.

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Cuba ocupaba el quinto lugar en el hemisferio en cuanto al ingreso por persona, el tercero en cuanto a la esperanza de vida y el segundo en cuanto a la disponibilidad por persona de  teléfonos. Tenía 45 televisores por cada 1.000 personas, la quinta tasa más alta del mundo.

La tasa de alfabetización, 76%, era la cuarta más alta de América Latina. Muchas clínicas y hospitales privados prestaban servicios a los pobres. La distribución de los ingresos en Cuba se comparaba favorablemente con la de otras sociedades latinoamericanas. La clase media tenía la promesa de prosperidad y movilidad social.

Pero después de que Castro tomó el control, la prosperidad llegó a su fin.

La destrucción de Cuba por parte de Castro fue dramática y profunda. Saqueó, asesinó y destruyó la nación desde sus bases.

Un solo hecho lo explica todo: los cubanos disfrutaron en su día de uno de los mayores consumos de proteínas de América, pero en 1962 Castro tuvo que introducir las cartillas de racionamiento de carne, ya que la producción de alimentos por persona cayó a niveles no vistos desde el siglo XIX.


Producto del hambre generalizada, se estima que unos 40.000 cubanos experimentaron “visión borrosa y un grave entumecimiento en las piernas”.

La hambruna fue de tal magnitud que, por invitación de la embajada cubana en Suecia, y con la aprobación del propio Castro, el médico sueco Hans Rosling viajó al corazón del brote de hambruna, en la provincia occidental de Pinar del Río. Resultó que todos los afectados por el trastorno sufrían de deficiencia proteica. El gobierno estaba racionando la carne, y los adultos habían sacrificado su porción para alimentar a los niños, a las mujeres embarazadas y a los ancianos.

Mientras Castro hacía su revolución que destruía todo lo que hacia 1957 Cuba había logrado, el resto de los países latinoamericanos la alcanzaron.

Países que eran en gran parte analfabetos en 1950, como Perú, Brasil, El Salvador y la República Dominicana, están alfabetizados hoy, cerrando la brecha con Cuba. El Salvador tenía una alfabetización de 40% en 1950, pero ahora tiene una tasa de 88%. Brasil y Perú tenían una alfabetización menor al 50% en 1950, pero hoy  Brasil tiene una alfabetización de 92,6% y Perú de 94,5%. La tasa de la República Dominicana aumentó de 40% al 91,8%.

En 1959, antes de que los comunistas de Castro tomaran el poder, Cuba lideraba a los países de América Latina en esperanza de vida. En 1960, los chilenos tenían una esperanza de vida siete años menor que la de los cubanos y los costarricenses vivían en promedio más de dos años menos que los cubanos. Pero para 2012, después que Castro dejara de ser el líder del Partido Comunista, los chilenos y costarricenses vivían más que los cubanos.

Desde la llegada de Castro al poder, Cuba ha hecho menos progresos en materia de atención médica, educación y esperanza de vida que la mayoría de los países de América Latina, debido a su decrépito sistema educacional y de salud.

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