Regreso al Mundo
Por Salvatore Babones, profesor Universidad de Sydney
Después del plebiscito que determinó que el Reino Unido dejara la Unión Europea, la mayoría se focalizó en los temas migratorios como la causa principal. Pero la razón fundamental del voto por Brexit no fue acerca de la inmigración. Fue acerca de la economía.
En términos de PIB per cápita, Francia y Alemania son casi del mismo nivel que el Reino Unido. Por otro lado, el noreste de Estados Unidos es 50% más rico. Por lo tanto, si Francia y Alemania fueran 50% más ricas que el Reino Unido, entonces en lugar de dos millones de europeos continentales trabajando en el Reino Unido, habrían dos millones de británicos trabajando en la Unión Europea. En términos económicos, si Alemania fuera un estado norteamericano, sería igual que Alabama.
La industria financiera británica está más vinculada a Nueva York que a Frankfurt o París. Incluso antes del Brexit, la inversión británica en Europa continental estaba declinando, mientras que su inversión en Norteamérica estaba aumentando.
Los países están integrados en redes internacionales creadas por los negocios de las empresas. En el mundo contemporáneo, son las compañías las que transfieren bienes a través de cadenas de valor y, cuando estas transferencias traspasan los límites de un país, se clasifican como “comercio internacional”.
Si el Reino Unido está destinado por su geografía a ser parte de cadenas de valor globales, la nueva geografía económica mundial aconseja que se adhiera a Norteamérica y no a Europa. El Reino Unido puede no ser ya un centro global, pero si ha de estar en la periferia tiene más sentido que esté en la periferia de Nueva York que en la de Alemania.
La economía norteamericana tiene un centro económico importante en el noreste y otro en la costa oeste. No hay razón para que no tenga un tercer centro en el Reino Unido. Cuatro millones de pasajeros viajan cada año entre Nueva York y Londres, un millón más que entre Nueva York y Los Angeles.
Los Estados Unidos y el Reino Unido comparten más que la misma lengua. Comparten también la misma infraestructura financiera, la misma cultura de negocios, la misma tradición legal y un modo similar de pensar.
Las industrias líderes del Reino Unido se administran bajo principios de negocios norteamericanos, incluyendo a la banca, consultoría, editoriales, agencias de avisaje, entretención, arte y universidades. Es mucho más fácil para profesionales británicos trabajar en los Estados Unidos que hacerlo en Europa continental. Antes del Brexit, la presencia de Estados Unidos en la economía del Reino Unido estaba aumentando, mientras la presencia de la Unión Europea estaba declinando. Después del Brexit, es muy probable que esta tendencia se agudice.
Es un hecho que la economía de Norteamérica es más dinámica que la economía de la Unión Europea. Y la diferencia es abismante cuando observamos la economía virtual, online, del siglo XXI. Muchos británicos, londinenses especialmente, pueden sentirse europeos en apariencia. Pero esos mismos londinenses tiene más probabilidades de desarrollar carreras profesionales que incluyen vivir por un tiempo en Nueva York o Los Ángeles que en París o Berlín. Pueden sentirse europeos, pero trabajan como los norteamericanos.
Desde un punto de vista económico, Brexit no debe ser entendido como Gran Bretaña dejando a la Unión Europea, sino como Gran Bretaña regresando al mundo. El mundo económico global está centrado en Norteamérica y, en forma abrumadora, en la nueva economía digital. Es un mundo abierto que los británicos entienden intuitivamente. Después de todo, ellos lo inventaron. Brexit les da a los británicos la oportunidad de retornar al centro económico global. Y siempre podrán tomar vacaciones en Europa.