Los nuevos beneficios sociales que pide la clase media (pensiones, transporte, salud y remedios e ingresos laborales mínimos), requieren un mayor gasto fiscal permanente de al menos 3 puntos del PIB. Aún imaginando una racionalización del gasto público primario por $1.300 millones de dólares cada año desde 2021, repetida indefinidamente, el déficit permanente del Estado, que ya era grande, se incrementaría entre 2,5 y 3 puntos porcentuales del PIB. La suma faltante es inmensa. Chile ya tiene un tributo sobre empresas tan alto y con exenciones tan pequeñas, que obtiene la cuarta recaudación más grande de la OCDE, en proporción al tamaño de su economía (4,66% del PIB en 2018). Chile también recauda tanto IVA como el promedio de la OCDE. No existe una segunda capa de impuestos nuevos capaz de recaudar tributos en la cuantía faltante, que no sean impuestos sobre la clase media. Para muchos, este mensaje es nuevo, porque el 55% de los encuestados cree “que Chile tiene los recursos necesarios para satisfacer todas las demandas sociales.” (2°sondeo Centro Políticas Públicas, UNAB). Las cifras comparativas no dejan lugar a dudas: el único tributo que es bajo en Chile en comparación a los países OCDE -en Chile es solo la sexta parte- es el impuesto a la renta personal, sobre todo en los tramos bajos y medio.”
“Beneficios e impuestos a la clase media”
Salvador Valdés, profesor titular Universidad Católica (La Tercera, 27.12.19; Extracto)