La verdad por sobre todo
En nuestra página editorial no pretendemos opinar el término medio de un asunto. Por el contrario, redactamos nuestros comentarios y observaciones desde un punto de vista claro y definido. Creemos en la persona individual, en su sabiduría y en su independencia. Nos oponemos a todo intento de restringir los derechos individuales ya sea que provengan de monopolios privados, de sindicatos monopólicos o del gobierno. No nos interesan las etiquetas, pero si tuviéramos que escoger una, diríamos que somos radicales. Tenemos amigos pero no los hemos hecho a costa del silencio o de la verdad. Y si tenemos enemigos, no intentamos complacerlos.”
The Wall Street Journal, “Filosofía de un diario” (2.1.51)
“De 84% a 33%”
Respecto de las expectativas para el futuro, en Perú son optimistas: el 69% se declara optimista o muy optimista. En Chile, solo el 33% lo cree así. Hace un año, el 84% de los chilenos se declaraba optimista o muy optimista.”
Barómetro Asociación de Empresas Familiares (El Mercurio, 2.9.19)
“Demagogia instalada”
La demagogia se encuentra instalada en nuestro Congreso y, seamos francos, también en el Ejecutivo. De ahí que la tarea más importante del gobierno no sea ni la reforma tributaria, ni las pensiones, sino mejorar la calidad de la política, que se ha convertido en nuestro talón de Aquiles.”
Sylvia Eyzaguirre, CEP (La Tercera, 1.9.19)
“Tendencia antiempresa”
El gobierno prefirió capitular (ante el Partido Comunista) y se subió al carro de la reducción de la jornada laboral. Esto es grave porque la decisión se inscribe en una tendencia que hasta aquí les sigue cargando la mano a las empresas, como si fueran incombustibles a la hora de imponerles más permisología, más impuestos, el 4% adicional de las pensiones, y ahora casi un sueldo adicional por año. También es grave porque este es el tipo de políticas públicas -malas políticas, como la gratuidad universitaria que está reventando a la educación superior en las cuales no hay vuelta atrás.”
Héctor Soto, abogado y escritor (La Tercera, 18.8.19)
“La sirena y los sirenitos”
Esta semana vi a varios parlamentarios de Chile Vamos maniobrando hacia el acantilado embobados por los cantos de la sirena Camila. Pero más que hombres de mar parecían perros en bote. Con la razón embriagada, sacándose selfies con la sirena, después de apoyar su proyecto de ley para reducir la jornada laboral de los chilenos a 40 horas semanales. Los diputados/marineros renunciaron a ser lo que son para irse con la sirena. No les quedó más que convertise en peces. Resbaladizos, huidizos, inasibles para el gobierno. No hubo anzuelo capaz de atraerlos para sacarlos de la marejada que armaron. El problema es que arrastraron con ellos al gobierno. Y todos terminaron bailando al ritmo del canto de la sirena. El jueves, el ministro Monckeberg anunció que el gobierno ajustaría su proyecto para llegar a 41 horas semanales de trabajo. Dicen que el olor a pescado se percibía desde lejos.”
Eduardo Sepúlveda, aka Joe Black, director de El Líbero (El Mercurio, 11.8.19)
“Dosis de magia”
El sentido común de los trabajadores es innegable y por cierto ha sido ignorado por casi todos los participantes en esta conversación nacional. Ante la pregunta del INE en su encuesta mensual de empleo “¿trabajaría menos horas, aunque esto suponga una reducción proporcional de su sueldo?”, más del 95% responde que NO. Hay que reconocer la audacia de algunos partícipes de este debate, que esgrimen el dato -lamentablemente real- de las horas de vida que la gente pierde transportándose de su casa al trabajo. Algunos de los mismos que hace más de una década le quitaron un par de horas de vida a la gente con otra dosis de “magia” llamada Transantiago, ahora les prometen devolvérselas. Con más magia.”
Bettina Horst, subdirectora de Políticas Públicas, Instituto Libertad y Desarrollo (El Mercurio, 25.8.19)
El gasto público para educación superior aumentó en un 85% entre 2014 y 2019. El presupuesto 2019 para gratuidad suma cerca de 1.700 millones de dólares, es decir, del orden de 4.900 dólares por estudiante. Mientras tanto, la subvención a alumno prioritario (SEP) tiene un valor de 1.800 dólares al año, la pensión básica solidaria suma menos de 2.000 dólares anuales y el aporte del Estado a mujeres embarazadas del quintil más pobre es, como máximo, 122 dólares al año. Pero, aun así, se quiere expandir la gratuidad más allá de lo que se definió democráticamente y se pretende que lo hagamos sin mayor cuestionamiento a su justicia. Hay algo que no cuadra. Estamos envueltos en una comedia de equivocaciones y en un debate poco edificante. La gratuidad se ha convertido en un verdadero hoyo negro que no permite que ninguna materia escape de ella.”
“Comedia de equivocaciones”
Harald Beyer, rector U. Adolfo Ibáñez y Loreto Cox, investigadora Centro de Estudios Públicos (El Mercurio, 22.8.19)
“Sacarle los patines”
La prácticamente nula creación de nuevos colegios particulares subvencionados no es más que un botón de muestra de que la mal llamada “Ley de Inclusión”, que buscó “sacarle los patines” a este sector, está dando sus frutos. En vez de mejorar estos colegios, que tienen el 54% de la matrícula nacional, para que formen parte de una buena educación pública, les cortaron las alas y las posibilidades de crecer. Hoy en nuestros colegios no hay espacio para la inversión ni la innovación. No hay recursos para mejorar un aula, construir una cancha deportiva o remodelar baños. El Estado solo se preocupa de la infraestructura de los colegios municipales y administra un fondo para ello. No existe un fondo equivalente para los subvencionados, castigándose a la mayoría de los alumnos chilenos que estudian en ellos. Tampoco existe el financiamiento bancario para las nuevas corporaciones y fundaciones que debieron asumir como sostenedores para continuar percibiendo la subvención escolar. En un escenario de ingresos limitados a subvenciones insuficientes (la reforma además puso fin al financiamiento compartido), la única forma de financiar los costos crecientes será reduciendo las prestaciones educacionales. Es lamentable pretender “achicar” a la fuerza al sector que libremente ha elegido el 54% de las familias y que logró que Chile alcanzara la más alta cobertura escolar en toda su historia republicana.
Raúl Martínez B., director nacional Conacep AG (El Mercurio, 22.8.19)
“Normativa urbana errada”
El mercado inmobiliario de la vivienda en Chile -y particularmente Santiago- es altamente competitivo, con las características deseables que la teoría económica indica: multiplicidad de oferentes y demandantes; inexistencia de barreras a la entrada; alta rivalidad entre competidores, y otras. Ante la existencia de mercados perfectos o cercanos a ello, la intromisión estatal solo disminuye el bienestar. La oferta pública de arriendos no es el camino a seguir. Pero el mercado inmobiliario demanda un insumo, como el suelo, que está fuertemente afectado por políticas públicas erradas. El transporte público, aún tercermundista, fuerza esta tendencia a la centralización urbana, y el cambio demográfico exige unidades pequeñas, y continuará así. La normativa urbana comunal consistentemente va en contra de esta tendencia, y salvo escasos barrios o avenidas, todos los planos reguladores comunales se empeñan en continuar disminuyendo la constructibilidad, con una visión centrada únicamente en el incumbente e ignorando al futuro vecino y a la ciudad completa.”
Andrés Echeverría, empresario y fundador de Frontal Trust S.A. (El Mercurio, 3.9.19)
“Crecientes restriciones”
Los datos del Banco Central de Chile muestran que los precios de la vivienda en el país han subido a una tasa promedio que más que duplica la de las remuneraciones reales en el último decenio. Esto se explica por las crecientes restricciones para construir que se están aplicando en las comunas y ciudades más atractivas para vivir (las más productivas) y el creciente costo del suelo como consecuencia de lo anterior. En Chile, y en la Región Metropolitana en particular, es necesario permitir una mayor densificación habitacional, especialmente en los ejes del transporte y, sobre todo, de la red de metro, para justificar su inversión.”
Alejandro Fernández, economista (El Mercurio, 26.8.19)
“120 años de deterioro”
El Maddison Database de la Universidad de Groningen (Holanda) tiene una prestigiosa base de datos históricos del PIB para una gran cantidad de países. En 1896, el mejor año para Argentina, su PIB per cápita era el más alto del mundo. Sobrepasaba en 15% al de EE.UU. y era 2,4 veces el de Chile. En 2016, el último año registrado, ya era un tercio (35%) de EE.UU. y Chile superaba a Argentina en 15%. Son 120 años de deterioro persistente de la posición relativa de Argentina.”
Manuel Marfán, exministro de Hacienda (La Tercera, 16.8.19)
“Festival de microcorrupción”
El Estado argentino, que gasta más del 40% de lo que producen los argentinos, es un botín a repartirse en un verdadero festival de microcorrupción. Los sindicatos son los primeros que tienen entradas para este festival. Desde que Juan Domingo Perón se apoyara en ellos a partir de la década del 40, para corromper totalmente la política argentina, tienen el privilegio de recibir dinero y otras prebendas del Estado sin entregar nada a cambio que no sea su apoyo político. Y también tienen entradas para la función los políticos, los funcionarios públicos, los ñoquis, los empresarios corruptos y toda una cadena de intermediarios que viven a costa de la minoría de argentinos que trabaja honradamente. Cortar este circuito, poner término al festival, requería acciones drásticas. Y desgraciadamente Macri no lo hizo. Decidió ser solamente un actor de reparto y no protagonista, y en lugar de ser completamente irresponsable decidió ser un poco irresponsable, sin llegar a los extremos del peronismo fue un poco populista. Al final, los argentinos se quedaron con el original.”
Luis Larraín, director Instituto Libertad y Desarrollo (La Tercera, 18.8.19)