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PERFILES

LA REVOLUCIÓN LIBERAL DE REAGAN Y PIÑERA

Por Istituto Bruno Leoni

El 4 de noviembre de 1980, en las dos Américas, ocurrieron –el mismo día– acontecimientos que condujeron la historia por un camino inesperado, permitiendo a Occidente y al mundo entero emprender nuevas sendas.

 

Eran años aún dominados por una cultura impregnada de tendencias totalitarias, con un gasto público en constante crecimiento y con modelos culturales que veían en el marxismo-leninismo el horizonte último de todo debate, o que, en el mejor de los casos, estaban dispuestos a “reformarlo” dentro de un marco de socialdemocracia invasiva e iliberal. La Unión Soviética conquistaba cada año una nueva ficha en el tablero del dominio global (especialmente en África y Asia), mientras los valores de la libertad individual parecían destinados a defender, en el mejor de los casos, su mera existencia.

 

La victoria de Ronald Reagan en la presidencia de Estados Unidos marcó el inicio de un renacimiento liberal que, a pesar de muchas incertidumbres y ambigüedades, cerró definitivamente la era del estatismo desenfrenado. En Italia se ironizó mucho sobre el actor de Hollywood y el presidente vaquero, pero es evidente que Reagan representó el resurgir de una América antigua y siempre vigente, decidida a combatir las lógicas despóticas, tanto dentro como fuera de sus fronteras.

De todo ello, es difícil no estarle agradecidos. En el mundo actual, los Estados siguen controlando la mitad de nuestra existencia, y al mismo tiempo han surgido nuevas amenazas globales en la escena internacional. Sin embargo, al menos existe la conciencia de que la libertad debe ser defendida y que, sin ella, nuestra vida no es digna de ser vivida.

 

Considerada durante muchos años como una mera reliquia del pasado, la idea liberal comenzó a recuperar protagonismo con el inicio de los años ochenta. En esos tiempos, se volvieron a escribir libros sobre liberalismo, se realizaron investigaciones periodísticas y televisivas, y se redescubrieron pensadores y tradiciones. En particular, muchos comprendieron – utilizando una expresión del propio Reagan – que el Estado no es capaz de resolver nuestros problemas y que, desde muchos puntos de vista, él mismo se ha convertido en nuestro mayor problema.

 

Ese 4 de noviembre de 1980, maduraron y convergieron en una única dirección experiencias muy diversas, pero unidas por la voluntad de reducir el poder del Estado. La elección de Reagan reafirmó un modelo de sociedad basado en el mercado, la competencia y la propiedad. Conceptos inéditos como “liberalización” o “privatización” se convirtieron en moneda corriente, gracias a lo que se implementó en Estados Unidos y, paralelamente, en el Reino Unido de Margaret Thatcher. El liberalismo redescubrió su vocación más auténtica como teoría orientada a la defensa de la sociedad y, por lo tanto, en contra del Estado y sus pretensiones.

 

Este antiestatismo, a su vez, se fusionó perfectamente con el claro anticomunismo del "reaganismo". Si un cuarto de siglo antes la Unión Soviética estaba en plena expansión y hoy ha desaparecido de los mapas, mucho se debe al redescubrimiento de los principios liberales que encontró expresión en el giro político de principios de los años ochenta.

 

En América y en Inglaterra, la política de privatizaciones y la lucha contra el "Big Government" surgieron tras años de arduas batallas intelectuales. En este sentido, tanto Ronald Reagan como Margaret Thatcher serían impensables sin el trabajo previo de think tanks, profesores e intelectuales independientes, periódicos y revistas. Aquella “revolución liberal” no habría sido posible sin la Foundation for Economic Education (creada en 1946 por Leonard Read), dedicada a la difusión del pensamiento liberal en Estados Unidos, ni sin el Institute of Economic Affairs (fundado en 1955 por sir Anthony Fisher), que en el Reino Unido formó a una nueva generación de académicos y políticos, entre los cuales destaca la misma Thatcher.

 

Pero no es casualidad que ese mismo 4 de noviembre de 1980 comenzara –en América Latina– otra transformación radical, cuyas consecuencias aún perduran.

 

En el Chile del general Pinochet, un joven economista formado en las universidades de Chicago y Harvard lanzó su reforma de pensiones justo cuando Reagan asumía la presidencia. José Piñera inició así un proceso de reconfiguración del Estado de bienestar que permitió al país andino asegurar el futuro de quienes se jubilarían y destinar importantes recursos al mundo productivo, sentando las bases para una transición a la democracia.

 

Al permitir que cada trabajador ahorrara en una cuenta personal sus propios fondos destinados a la jubilación, Piñera convirtió a cada chileno en un pequeño capitalista e individuo independiente. El futuro de los jubilados dejó así de depender de los favores y privilegios del gobierno, ya que cada persona pasó a ser responsable de acumular lo necesario para su vejez.

 

Si en la América Latina de los innumerables peronismos y castrismos hoy Chile es un modelo sin igual, mucho se debe a aquel 4 de noviembre de 1980 y a aquella reforma que otorgó a cada trabajador su "libretita": su cuenta previsional individual.

 

Tras Chile, muchos países han copiado ese modelo, que hoy es estudiado y adaptado incluso en sociedades que emergieron del colapso del socialismo soviético.

José Piñera sigue recorriendo el mundo para convencer a la opinión pública y a las clases políticas de diversos países sobre la necesidad de apostar por la responsabilidad individual y el capitalismo popular.

 

A veces –como en el caso italiano– no encuentra muchos oídos dispuestos a escucharlo. Pero en otros países, sus ideas han sido fundamentales para que el sistema de pensiones se innovara en un sentido liberal. Incluso en la Suecia del modelo socialdemócrata, su propuesta ha sido parcialmente aceptada.

 

El 4 de noviembre de 1980, entonces, demuestra sobre todo que las ideas tienen consecuencias y que las buenas ideas continúan mejorando el mundo incluso después de varias décadas y en contextos históricos muy distintos.

[Noviembre 4, 1980; Extracto]

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