Economía y Sociedad № 89
Noviembre 2016 - Enero 2017
Perú 2025: Notas de mi Diario
Por Felipe Ortiz de Zevallos, fundador del grupo Apoyo y consejero presidencial
Debo, antes de dirigirme al aeropuerto para viajar a Santiago, acordarme de programar mi nuevo robot casero para que atienda y responda los mensajes y las llamadas de estos días. Le quiero encargar también supervisar algunos pendientes y mantener al día mi data biométrica. Uno llega a agarrarle afecto a estas máquinas!
Tengo expectativas de la reunión convocada por Economía y Sociedad con ocasión de la próxima festividad patria chilena. Se intentará en ella una proyección estimulante de los desafíos y oportunidades del segundo cuarto del Siglo XXI para los países de la Alianza del Pacífico. Cuánto podré
aportar -a mis 78 años-, no lo sé bien. Pero participarán calificados especialistas de las nuevas canteras de los que puedo aprender y no debo olvidar y emular la energía que mostró Pedro Pablo Kuczynski durante su primer año de gobierno a esa edad! Ya más en lo anecdótico, me pica la curiosidad de saber más sobre el funcionamiento del nuevo hotel en el cual se celebrará la reunión, que pertenece a esta nueva cadena “cero carbono”, cuyo local en Lima se inaugurará recién el próximo año.
¡Cómo han cambiado América Latina y el mundo durante los últimos 25 años! El siglo XXI ha resultado siendo favorable para el Perú. Hemos tenido seis presidentes constitucionales continuos: Valentín Paniagua, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y la presidenta actual. Con diferentes percepciones políticas, todos estos gobiernos lograron mantener una política macroeconómica sensata y prudente. Y, como consecuencia de ello, durante los primeros 25 años de este siglo, la economía creció a una tasa promedio que ha resultado la segunda de Latinoamérica.
Cierto es que, durante la primera parte, el crecimiento mencionado se dio en un contexto incierto, debido a la entonces frágil institucionalidad política, pero ésta se ha afirmado para bien durante la última década. Ya las 25 regiones se han integrado en cinco macro regiones y las múltiples agrupaciones políticas –llegamos a tener más de 300!- se han decantando en 6 partidos nacionales. Como consecuencia de ello, se ha logrado afirmar una mayor eficacia del aparato estatal, antes trabada por el burocratismo y mucho papeleo innecesario. Las encuestas revelan que, en una proporción ya mayoritaria, los peruanos se sienten ciudadanos de una República que no discrimina y que efectivamente funciona. Sorprende a los observadores internacionales que las elecciones presidenciales del próximo año no tendrán outsiders!
La reunión convocada resulta muy especialmente oportuna porque a pesar de que los cambios registrados durante el primer cuarto de siglo han sido tan significativos, podemos estar en el umbral de una era con tendencias exponenciales en algunas tecnologías. Aunque en esta vorágine del cambio, vale la pena recordar cuando asistí, hace una década, a una conferencia de Jeff Bezos, en la cual le preguntaron sobre los cambios que podrían experimentarse en el futuro. Él respondió: “Es una pregunta relevante, sin duda, pero hay, desde el punto de vista de los negocios, una mejor, que resulta más difícil de responder: ¿qué es lo que no va a cambiar y se mantendrá en el año 2050?”.
Bezos, por ejemplo, argumentaba que en Amazon, los líderes de su equipo directivo se habían centrado en atender dos demandas que, desde la fundación de la empresa, a fines del siglo pasado, asumieron que iban a mantenerse críticas e inalterables: por precios menores para más productos, y por tiempos más reducidos para su entrega a domicilio. El éxito tan reconocido de esta empresa se ha basado en una estrategia centrada básicamente en inversiones crecientes para satisfacer, con mucha innovación y eficiencia, estas dos demandas.
Hace una década, ya era común en grupos especializados leer y conversar sobre minería marina, los vehículos eléctricos auto-dirigidos y el dinero digital, que hoy resultan temas del debate político cotidiano. Y Apple acaba de lanzar el “cerebro virtual”, una computadora que cuesta 1.500 dólares y que puede calcular 10.000 billones de ciclos por segundo, la misma velocidad de procesamiento de la mente humana!
El Internet de cosas lo tenemos ya alrededor nuestro. La música que escogemos en el departamento pasa al carro cuando se cierran y abren las puertas correspondientes. Y el número de elementos así conectados a escala global ha superado ya 100.000 millones, y cada uno de ellos cuenta con no menos de una docena de sensores, si no bastante más. Así, hay actualmente más de un billón de sensores en todo el mundo. En la nueva manera de calcular el PIB, se estima que este proceso de intercomunicación ya genera más del 15% de valor agregado.
Este billón de sensores mencionados permite una colección múltiple de data proveniente de todas partes: desde sistemas satelitales, drones, y vehículos automáticos; hasta cámaras fotográficas, ropa y elementos portátiles que uno usa, incluyendo las escobillas de dientes! Uno puede informarse de cualquier cosa que desee, en cualquier momento y lugar, para luego analizar esta data y generar nuevo conocimiento que ayude a resolver problemas. Y hasta hace un siglo, nos educaban a través de la repetición y memorización de contenidos, en vez de en el análisis y solución de problemas!
Los 8.000 millones de personas que pueblan la Tierra están conectadas a una velocidad que supera el megabit por segundo. Hace una década, los conectados eran menos del 40% Todos contamos ya con acceso a Google, impresión 3D, al sistema Watson de inteligencia artificial y a los mecanismos de crowfunding y crowdsourcing para nuestros diversos proyectos. Los emprendimientos y las oportunidades se han multiplicado con el uso de estos mecanismos.
Pero, tal vez, el cambio más dramático se ha registrado en el sector salud. Muchos de los sistemas que creíamos adecuados eran decimonónicos, burocráticos y poco eficientes. Ya se han desmaterializado, desmonetizado y democratizado bastante. Recuerdo que, hace 30 años, acompañé a Peter Drucker a dar conferencias en Santiago y Lima y él ya proyectaba, por entonces, que pocas instituciones iban a cambiar tanto en las décadas siguientes como los hospitales. Es que, actualmente, con la multiplicación de los sensores biométricos, cada persona resulta el responsable principal de su propia salud.
La secuenciación genómica y las máquinas que aprenden solas nos están permitiendo entender, cada día más, las causas del cáncer, así como de las enfermedades del corazón y algunas neurodegenerativas, permitiendo tratamientos novedosos muy efectivos. Los robots cirujanos ya no sorprenden a nadie y pueden actuar con creciente autonomía, reduciendo significativamente los costos y la precisión de operaciones que antes eran complicadas y azarosas. Recuerdo cómo, hasta hace no mucho, se tenía que esperar angustiosamente por un eventual donante que fuese compatible para el trasplante de cualquier órgano. Hoy es posible reconstituir un corazón, un hígado, un pulmón o un riñón. Y el sector salud, incluyendo la atención a los adultos mayores, un mercado que continuamente crece, ya representa cerca del 20% del PIB en algunos países.
Con los nuevos interfaces, el mundo de la realidad virtual se ha multiplicado exponencialmente. Ello ha permitido una transformación de industrias como la inmobiliaria, los centros comerciales, la educación, el turismo y el entretenimiento. También ha afectado significativamente nuestro propio funcionamiento como seres humanos. Así, por ejemplo, más de la quinta parte del gasto de consumo se efectúa digitalmente.
Por ello, en medio de tanto cambio, resulta importante regresar a la pregunta planteada por Bezos: ¿qué va a continuar, en el próximo cuarto de siglo, al menos mientras el ser humano mantenga su neuroquímica actual?
Seguiremos, creo yo, buscando una certeza inasible, una inquietud por lograr el disfrute de cosas anheladas, así como el rechazo al dolor. Pero también, paradójicamente, buscaremos variedad; nos seguirá atrayendo el cambio y los nuevos estímulos, aunque a veces nos demoremos y resistamos al proceso de adaptación. De otro lado, vamos a seguir manteniendo una demanda emocional de conexión, de cercanía, de significado: cómo sentirnos, de alguna manera, únicos y especiales; en contacto con otros, especialmente con aquellos que amamos o que nos aman. Buscaremos también crecer material o espiritualmente, ampliar de alguna manera nuestros horizontes y espacios, nuestras habilidades y capacidades. Y seguiremos aspirando a contribuir con los demás, por lo que resulta conveniente facilitar y promover iniciativas de servicio y de retribución.
Pero, fundamentalmente, seguiremos deseando más libertad en nuestras vidas. “La libertad, Sancho –decía El Quijote, hace más de cinco siglos-, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar; por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida.”
Es esa aventura también, sobre la que conversaremos y celebraremos mañana, una vez más, en Santiago.
Para Segunda Lectura
Perú 2010: Notas de mi Diario
Con ocasión de la celebración este Septiembre del 2010 del bicentenario de la independencia de Chile, José Piñera me ha invitado a exponer sobre "Tres Lustros de Desarrollo Compartido", una presentación que voy a hacer mañana en Santiago en un seminario al cual, además de chilenos y peruanos, van a concurrir empresarios y pensadores de varios países de América y Asia y que se va a transmitir por cable al mundo.
Exponiendo delante de José como moderador, tendré que referirme al sistema de AFP, sector en el cual Chile aún nos lleva una significativa ventaja. Pero las AFPs peruanas ya cuentan con un stock de fondos de los trabajadores por 50.000 millones de dólares. Recuerdo como en 1995 este monto apenas alcanzaba a 500 millones de dólares.
La biodiversidad del Perú ha permitido la exportación creciente de un abanico amplio de productos agroindustriales y pesqueros muy diversos: desde bocaditos especiales de papa y maíz, pasta de tomate y lúcuma, langostas y camarones, moras y nueces en diversas formas, hasta orquídeas y plantas medicinales múltiples. El limón peruano ya es uno de los ingredientes preferidos por la mayoría de los barmans del mundo. En Santiago ya se puede tomar -¡por fin!- un pisco sour con limón peruano.
De estar al borde del colapso económico y social en 1990, el PIB per cápita de Perú alcanzó 5.000 dólares el año pasado. En su discurso de entrega del mando, el presidente saliente resumió los logros alcanzados por el Perú en el segundo lustro del Siglo XXI: un crecimiento promedio de 8% anual y la eliminación casi absoluta del analfabetismo y la pobreza. Ello ha permitido que, en el último informe anual de competitividad del Foro de Desarrollo Mundial, el Perú haya empatado con Chile en el puesto 10 del ranking mundial
Felipe Ortiz de Zevallos (Economía y Sociedad No 76, Octubre-Diciembre 1995).