Nacen los microcolegios
Por Paula Gómez, M.A. en Políticas y Prácticas Educativas, University College of London
En este año de la pandemia surgió una nueva opción educacional que contribuirá a transformar la educación tradicional: los microcolegios. Una idea nacida en el corazón de la innovación, en Silicon Valley, Estados Unidos.
Uno de los efectos más notorios del coronavirus ha sido la puesta en cuarentena de millones de personas en el planeta, forzándolas a permanecer en sus hogares. Así, los padres se han visto enfrentados a una dura realidad: cómo equilibrar el trabajo a distancia con la educación de sus hijos en la casa.
Mientras las escuelas emigraban forzosamente a las clases virtuales, un avance sin duda pero con claras limitaciones, los padres de Silicon Valley encontraron una forma de asegurar una educación de calidad para sus hijos, naciendo así los novedosos microcolegios (“learning pods”).
¿En qué consisten? Distintas familias que viven relativamente cerca forman grupos de 6 a 12 niños de edad similar para ser educados en la casa de una de ellas. Entre todos pagan un profesor o tutor que les realice clases a los niños durante determinadas horas y días de la semana. Las clases pueden realizarse en una misma casa o rotan entre las familias.
El gran beneficio de esta modalidad es algo que la escuela tradicional jamás ha logrado: una educación personalizada para cada niño. En lugar de un profesor que cuenta con 30 o 40 estudiantes en una sala, los microcolegios se focalizan en un grupo reducido de alumnos. Al ser un grupo pequeño, el tutor o profesor puede realizar un seguimiento efectivo del aprendizaje y asegurar el logro de los objetivos educacionales para cada niño. Los microcolegios desafían así la educación masiva y despersonalizada.
Hasta ahora, un porcentaje minoritario pero creciente de padres educaba a sus hijos en la casa, quienes rendían los exámenes libres a fin de año para certificar su aprendizaje y avanzar de curso. Es el método conocido como “homeschooling”. Los microcolegios son una potente y novedosa opción que lo perfecciona y lo expande hacia una educación multifamiliar que libera tiempo y reduce los costos de educar solo a los propios hijos. Además, manteniendo la virtud de una educación personalizada, los microcolegios permiten a los niños socializar con otros y así no perder la oportunidad de desarrollar los hábitos y las habilidades socioemocionales, claves para su edad.
Diversos grupos en Facebook y en las redes sociales, hasta nuevas empresas emprendedoras como “Schoolhousing”, han permitido coordinar y conectar a un sinnúmero de familias con profesores experimentados.
En los últimos meses aumentaron explosivamente los microcolegios en los hogares de las familias estadounidenses y a nivel mundial. Un claro ejemplo de cómo la libertad de las personas encuentra el cauce adecuado para continuar y mejorar la educación de sus hijos. La libertad, como siempre, desafía al modelo educativo tradicional engravado en múltiples leyes y estatutos estatales que regulan y rigidizan la educación pública y privada en Chile.
La educación personalizada en grupos pequeños abre también la oportunidad de expandir el aprendizaje a otras áreas no contempladas en los rígidos y burocráticos “contenidos mínimos” del Ministerio de Educación. Asimismo, flexibilizar las normas y requisitos para rendir exámenes libres facilitará la expansión de los microcolegios en Chile.
La mejor forma de empoderar a los padres es que tengan la libertad de elegir la forma que ellos consideren más pertinente para la educación de sus hijos, sin importar dónde ni de quién la reciban. Con los microcolegios, los padres se dieron cuenta que pueden guiar y organizar la educación de sus hijos colaborando libremente entre ellos, de forma más efectiva que la educación tradicional.