Economía y Sociedad № 102
Enero - Marzo 2020
La verdadera educación gratuita
de calidad
Por Ignacio Meneses, periodista (ABC, 2.10.19, Extracto)
Estudia lo que quieras, cuando quieras, desde donde quieras y de forma gratuita. Así es la llamada democratización del conocimiento que, desde principios de esta década, han traído a millones de estudiantes de todo el mundo a los cursos MOOC (Massive Online Open Courses), un acrónimo en inglés que designa a los cursos online, abiertos y masivos en las disciplinas más diversas, desde programación a idiomas, literatura, historia, economía, arquitectura, negocios o psicología. Un fenómeno que en tan solo ocho años ha evolucionado hasta superar en 2018 los 100 millones de alumnos en 11.400 MOOCs organizados por más de 900 universidades en todo el mundo. En la Unión Europea, España es el primer país productor de estos cursos, con un 27 % del total.
En el campo de los MOOC, lideran las universidades más prestigiosas del mundo. Formarse con expertos de primera línea como profesores universitarios o ejecutivos de grandes empresas desde el living de la casa, o desde una cafetería, no solo es posible; es una realidad constatable en plataformas como Coursera -creada por la Universidad de Stanford, con 37 millones de usuarios registrados-, EdX -fundada por la Universidad de Harvard y el MIT, con 18 millones-, Udacity, con 10 millones o la española Miríadax, con 5,7 millones.
“La revolución digital y la conectividad permite a todos disfrutar de los mejores conocimientos y de las mejores instituciones sin movernos, ya sea con un MOOC de la Universidad de Harvard o de Navarra”, cuenta Ana Casilda Andrés, CEO de Telefónica Educación Digital y responsable de Miríadax, la plataforma española de cursos MOOC en Iberoamérica. Un complemento ideal para confirmar que “la etapa formativa no finaliza una vez terminada la educación convencional, sino que estamos ligados a un aprendizaje continuo a lo largo de la vida”.
Para estudiar un MOOC se requiere solo de las ganas de aprender, de tiempo disponible y de una buena conexión a Internet. Un MOOC suele estar organizado por semanas o módulos e incluir un programa, materiales descargables como videos y lecturas recomendadas, un foro de debate para interactuar con el profesor y con otros estudiantes, actividades evaluadas de distintas maneras (de forma automática, entre pares o por autoevaluación) y ejercicios complementarios para completar a lo largo del curso, que duran entre cuatro y ocho semanas. Algunos cursos están abiertos siempre, de manera que los alumnos marcan su propio ritmo, y otros tienen fechas concretas de inicio y finalización.
Pero ¿qué motiva a las universidades a crear este volumen de contenidos mayoritariamente gratuitos? “Hay una serie de intangibles. El MOOC es una carta de presentación al mundo y sirve para diseminar e internacionalizar la labor que está haciendo la universidad. Así, todos ganan algo, y la sociedad gana mucho”, explica Teresa Sancho, profesora de la Universitat Oberta de Catalunya.
Los MOOC dictados por universidades les sirven también como sistemas de captación de futuros alumnos y para acreditar un cierto número de créditos ECTS (Sistema Europeo de Transferencia y Acumulación de Créditos, por sus siglas en inglés). “Si estás cursando un programa académico, puedes convalidar créditos con cursos abiertos de otras instituciones”, explica Alexandra Maratchi, CEO de Homuork, que desarrolla cursos MOOC para empresas.
Las grandes plataformas ligadas a prestigisas universidades norteamericanas y de todo el mundo, como EdX y Coursera, ofrecen entregar un certificado de aprobación de un curso otorgado por la Universidad a un costo muy bajo que fluctúa entre los $ 30 y los $150 dólares. También ofrecen grados universitarios de Magister a un precio que puede ser hasta de solo un 10% del valor de la alternativa presencial. Asismismo, EdX desarrolló los programas Micromasters que permiten especializarse en un campo específico. Por ejemplo, un administrador de empresas puede cursar un micromaster en logística.
Del total de inscritos en un curso, el promedio mundial de quienes lo terminan es de 10%. ¿Se puede hablar entonces de decepción? En absoluto. “No terminar el curso no es sinónimo de fracaso. Puedes tener una inquietud sobre una parte específica del curso, o ser un profesor que ha encontrado tres cursos que coinciden en parte con lo que está dando en clase, por lo que va directamente a las partes que le interesan”, explica Sancho.
“Hay veces que el profesor incluso usa una parte de un MOOC para que el estudiante lo estudie en la casa. Además, si de un curso de 20.000 personas repartidas por todo el mundo terminan 1.000, a mí ya me parece un éxito. Corresponde, como mínimo, a 10 clases llenas de estudiantes, que a un profesor presencial le tomaría 10 semestres enseñar” , concluye Sancho.
Si a nivel mundial la mayoría de los MOOC se ofrecen en inglés, el porcentaje se invierte en el caso de Miríadax que ofrece en castellano más de 800 cursos de 126 universidades e instituciones iberoamericanas. Los estudiantes españoles y latinoamericanos que estudian en esta plataforma presentan una tasa de finalización del 23 %, muy por encima de la media global.
Para facilitar la acreditación de los cursos completados, Miríadax ofrece un certificado de aprobación que puede integrarse en el perfil de LinkedIn del usuario con un solo click. También incluye un novedoso sistema de reconocimiento biométrico facial “que ofrece más seguridad en el proceso de evaluación académica, permitiendo a las universidades conceder tanto créditos académicos como acreditaciones para universidades”, sostiene Ana Casilda Andrés, CEO de Miríadax.
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