Hace unos minutos se ha anunciado oficialmente que ha salido "humo blanco" en Washington.
 

En la capital del país que el capitalismo democrático ha transformado en superpotencia, se ha acordado, por fin, un Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados Unidos.
 

Ello consolida el sistema de capitalismo democrático en Chile. Aleluya, aleluya!
 

Así culmina otra etapa clave en el pionero y visionario proceso de apertura al exterior, en el marco de una economía de libre mercado, iniciado en 1975 -contra viento y marea- por el equipo económico liberal encabezado entonces por el ministro Jorge Cauas, proceso que consolidó el ministro Sergio de Castro al retirar, en 1977, a Chile del proteccionista Pacto Andino.
 

Ahora al próximo paso: construir una "Comunidad Americana de Naciones", una sola área económica entre Alaska y Tierra del Fuego.
 

La meta: toda América -del Sur, Centro y Norte- constituida por naciones políticamente independientes y defensoras de sus valiosas identidades culturales, pero unidas en un mercado único de comercio, de inversiones, de movimientos de personas e ideas, y de grandes parámetros institucionales.
 

Esta Comunidad comprendería 830 millones de personas y un PIB (a PPP) de 13.000.000 millones de dólares (13 "trillions").
 

Atrevámonos a soñar de nuevo. Como dijera en otro momento crítico el poeta norteamericano Carl Sandburg: "La republica es un sueño. Pero nada sucede si no es primero un sueño".