El gigante visionario
Por The Economist, (17.6.10)
Norman Macrae murió el 10 de junio de 2010, a la edad de 89 años. Fue uno de los gigantes intelectuales de la Gran Bretaña de post guerra: uno de los pocos periodistas que pueden compararse con las mejores mentes de su tiempo. Como Milton Friedman, Macrae aplicó los principios de libre mercado a los servicios públicos como educación y vivienda. Y como Peter Drucker, Macrae consideró a las empresas privadas como el motor de la prosperidad de Occidente y la garantía de sus libertades. Macrae mantuvo ardiente la llama del pensamiento de libre mercado durante la larga noche colectivista. Predijo la caída de la Unión Soviética, en un momento en que la
propia CIA estaba obsesionada con la fortaleza de Rusia; y predijo las privatizaciones de empresas del Estado, cuando otros intelectuales celebraban el advenimiento de la “economía mixta”.
Macrae anticipó que Japón se convertiría en una potencia industrial. Fue también el primer periodista que “descubrió” internet. En 1984, escribió un editorial señalando que nuestra vida estaba a punto de ser transformada por “terminales” que nos darían acceso a bases de datos gigantescas. Asimismo, predijo que la crisis energética de 1973 se transformaría en un aumento de la oferta de energía en el mundo. Macrae descartó como sin sentido la tesis del Club de Roma de que el mundo estaba a punto de enfrentar una escasez de alimentos. Su gran don fue su extraordinaria capacidad para predecir el futuro.
The Economist tuvo la suerte que Norman decidió dedicar su intelecto a esta revista. Durante sus casi 40 años aquí -23 de ellos, entre 1965 y 1988, como subeditor- hizo más que nadie para preservar nuestra originalidad intelectual. Siempre avivó la llama creativa en las reuniones editoriales con propuestas como permitir que Disneylandia administrara ciudades o que el gobierno Británico se trasladara de Londres a York. Norman podía ser un editor brutal y un duro crítico de las ideas débiles. Pero era muy querido por su generosidad con su tiempo y por su amistosa conversación.
Norman promovió el capitalismo tanto por su habilidad para crear riqueza, como por su capacidad para promover la libertad individual. En 1976, en un reportaje titulado “La inminente revolución empresarial”, planteó que las grandes compañías tenderían a disminuir su poder, al igual que los gobiernos centrales. El futuro está del lado de empresas más pequeñas que pueden administrar la creatividad eficientemente.
La crítica de Macrae al Estado de Bienestar estaba anclada en su creencia en la libertad individual. El observó que el libre mercado había producido una impresionante igualdad en la vida de las personas. Ricos y pobres tienen acceso a los mismos bienes y servicios de consumo, los mismos programas de televisión, la misma abundancia de bienes en los supermercados y tiendas de departamentos. La gran excepción en esta tendencia es el Estado, el que perpetúa la pobreza de los pobres, con pésimas escuelas públicas, aumento de la delincuencia y empleos públicos de baja calidad. Macrae creía que la única forma de derrotar la pobreza era empoderar a las personas: permitirles que fueran propietarias de sus viviendas arrendadas al Estado, a través de privatizarlas, y permitirles elegir el colegio para sus hijos, a través de vouchers.
La creencia en la libertad individual entusiasmó también a Norman con la tecnología. El predijo un mundo en que “los libros, los archivos, los programas de televisión, la información computarizada y las telecomunicaciones, se fusionarán”; un mundo en que todo el conocimiento acumulado estará a un click de distancia. Norman comprendió que esta revolución tecnológica tendría profundas consecuencias en los equilibrios de poder.
El Estado y las grandes empresas perderían su ventaja comparativa. Los emprendedores se empoderarían. Los ciudadanos escaparían del peso impositivo del Estado hacia lugares más amigables, lo que presionaría a los gobiernos a disminuir su poder y focalizarse en servir a las personas en lugar de dirigirlas.
Norman Macrae era muy inglés. Sus ideas tenían fuertes raíces en el liberalismo inglés del siglo 19, que promovía al individuo por encima de lo colectivo, el progreso por encima del conservadurismo, el libre pensamiento por encima de los dogmas. Estas ideas colocaron a Macrae en contra del gobierno todopoderoso y en contra del conservadurismo religioso. Y también lo transformaron en un optimista empedernido. Pocas personas han estado tan convencidas que el mundo progresa y que progresará aún más si apartamos del camino a algunos políticos.
Su compromiso con el liberalismo clásico asegura que su trabajo continuará influyendo. Norman dedicó su energía a un periodismo orientado al futuro pero anclado firmemente en las ideas liberales clásicas.
Gran parte de lo que escribió es relevante para nuestra época. La mayor parte del sector público continúa resistiéndose al poder de los vouchers y al poder de los mercados libres aplicados a los servicios del Estado. La batalla que Norman Macrae peleó por tanto tiempo, no se ha ganado aún.