Editorial
Economía y Sociedad № 105
Octubre - Diciembre 2020
El éxodo de los “super ricos”
Desde Nueva York
Los millonarios y billonarios están abandonando Nueva York. Los altos impuestos a la renta y al patrimonio están causando el éxodo masivo de la población más productiva y más talentosa de la ciudad.
En Nueva York viven 118 billonarios y 1.000.000 de millonarios, más que en cualquier lugar del mundo.
Entre ellos pagan el 50% de los impuestos a la renta, además de otros impuestos al patrimonio cobrados por la ciudad y por el Estado. Adicionalmente, pagan impuestos federales al gobierno central.
El éxodo de los millonarios está generando un déficit fiscal de tal magnitud que el gobernador demócrata, Andrew Cuomo, les rogó en televisión que regresaran: “Hablo con los “super ricos” casi todos los días y les pregunto cuándo regresarán. Les digo que hasta cocinaría para ellos. Pero no quieren volver. Porque descubrieron que pagarán mucho menos impuestos en sus nuevos lugares de residencia que en Nueva York”.
Este éxodo se incrementa también ante el fracaso de Bill de Blasio, el alcalde demócrata, en resolver los problemas económicos de la ciudad, incrementando sin control el gasto público en subsidios y limitando la capacidad de la policía para contener el crimen.
La pandemia ha incrementado el éxodo. Antes, las grandes empresas atraían talento a Nueva York desde todas partes del mundo. Pero muchas compañías se dieron cuenta del tremendo ahorro que les ha significado no pagar los altos arriendos e impuestos de Nueva York. Así, decidieron irse del Estado o reducir el espacio de oficinas que ocupaban, aprovechando que la pandemia consolidó el teletrabajo y ya no necesitan que sus empleados vivan en la ciudad.
Con sus altos impuestos y regulaciones, Nueva York forzó el éxodo de sus habitantes más ricos y productivos. La pandemia lo consolidó. Y los Estados más amigables con la inversión y el talento, como Florida o Texas, se benefician del fallido experimento socialista de la ciudad en la que vivía la mayor cantidad de millonarios del mundo.
Peter van Buren, escritor (The American Conservative, 18.8.20; Extracto)
Desde Maryland y California
En 2008, agobiado financieramente por la crisis, el Estado de Maryland impuso un impuesto a sus ciudadanos super productivos que generan la mayor cantidad de empleos, salarios y donaciones, es decir,
a quienes los políticos llaman despectivamente los “super ricos”.
Los políticos estimaban que el impuesto generaría $106 millones de dólares para financiar el déficit fiscal. El resultado fue desastroso. Los impuestos cobrados, en lugar de aumentar, decrecieron en $257 millones de dólares. ¿Qué ocurrió? Las personas más productivas abandonaron Maryland llevándose consigo rentas de $1.000 millones de dólares, además de todos los empleos y salarios que se perdieron, y generaron un déficit fiscal aún mayor que aquel previo al impuesto.
Los políticos no entendieron que los millonarios invierten en empresas que generan bienes y servicios, empleos y salarios, que permiten crecer y cumplir los sueños de miles de familias. Por cierto, esas inversiones generan rentabilidad, la cual estos ciudadanos utilizan también para donar dinero y gestión filantrópica inteligente a una infinidad de obras sociales. Jamás el Estado lograría estos objetivos juntos en forma eficiente.
En 2012, California aumentó en 3 puntos porcentuales el impuesto a la renta a sus ciudadanos de mayores recursos. Los estudios documentaron el fracaso de esta medida al comprobar que una parte importante de ellos abandonó el Estado. El éxodo generó que la renta sujeta al impuesto disminuyera en 45,2% el primer año y en 60,9% el segundo año. Todo lo contrario al objetivo perseguido.
El 1% de la población de California correspondiente a sus ciudadanos más ricos y productivos, financia el 50% de los ingresos por impuesto a la renta del Estado. Los congresistas de izquierda de California comprobarán, nuevamente y pronto, que sus ciudadanos super productivos los abandonaron, generando una situación fiscal aún peor.
Lo más grave es que con el éxodo perderán también los empleos, salarios y los impuestos que cobraban gracias la creatividad, la capacidad y la industria de los ciudadanos más productivos del Estado
Brad Polumbo, senior fellow FEE (National Review, 20.8.20; Extracto)