El derrumbe de las Grandes Mentiras
Con el contundente fallo unánime del 28 de enero de la Corte de Apelaciones de Santiago sobre el caso Frei se derrumba una gran mentira, aquella del asesinato del expresidente.
Esta revista fue el único medio de comunicación que se jugó por la inocencia de los 4 doctores condenados y dedicó una edición completa a denunciar rigurosamente el fallo del juez Madrid. Nuestro director comparó este caso con el famoso caso Dreyfus que conmocionó a Francia a fines del siglo XIX y llamó a la Corte de Apelaciones y a la Corte Suprema a restaurar la verdad y el honor del Poder Judicial (EyS Nº 99, Abril - Junio 2019, “La Hoguera de los Inocentes”; dada su importancia actual, reproducimos los textos claves del Dossier que publicamos en esa oportunidad).
Del extracto del fallo que publicamos más adelante se concluye, sin lugar a dudas, que el expresidente Frei murió de complicaciones médicas, que no hubo intento alguno de homicidio y que los 6 acusados, martirizados por 19 años, eran completamente inocentes.
Un país no puede vivir en la mentira. Sin embargo, en los últimos 30 años varias “grandes mentiras” han envenenado la convivencia nacional y el debate sobre las políticas públicas, contribuyendo a lo que hemos llamado “la mala política que asfixió la prosperidad” (EyS Nº 105, Octubre - Diciembre 2020).
La primera fue sostener que el quiebre de la democracia se debió a una acción arbitraria de las Fuerzas Armadas. Se ocultó el Acuerdo de la Cámara de Diputados del 22 de agosto de 1973 que acusó al presidente Allende y a su gobierno de haber violado sistemáticamente la Constitución, solicitando a las Fuerzas Armadas “poner inmediato término” a estas violaciones a la Constitución (ver libro “Una Casa Dividida” de José Piñera). Esta gran mentira se derrumbó cuando comenzaron a divulgarse distintos documentos irrefutables, entre ellos, el Acta Rivera que probó que fue precisamente el expresidente Frei el motor político que condujo a la destitución del presidente Allende (EyS Nº 92, Agosto - Octubre 2017, “La rebelión jeffersoniana de 1973”).
Una segunda gran mentira fue que el modelo económico de libre mercado había producido 5 millones de pobres. Como lo han probado todos los estudios nacionales e internacionales y demostrado la propia evidencia, esto fue una falsedad absoluta. Por el contrario, el modelo económico, al acelerar el crecimiento y focalizar el gasto público en los más pobres, fue la causa de la mayor caída de la pobreza en la historia de Chile. Una vez que el presidente Aylwin mantuvo intactos los pilares del modelo económico, esta gran mentira comenzó a derrumbarse pero envenenó la mente de la izquierda y llevó a la propia Concertación a desconocer su obra y a la creación del Frente Amplio.
Una tercera gran mentira fue desconocer la voluntad del presidente Pinochet y de la Junta de refundar la democracia. En la Constitución de 1980, el gobierno renunció a la potestad constituyente y estableció un itinerario constitucional que culminaría con elecciones y la entrega del poder. Así, la transición a la democracia no fue forzada por la oposición de entonces sino diseñada y ejecutada por el propio gobierno. La falsedad más injusta fue sostener que hubo un intento de desconocer el resultado del plebiscito de 1988. El general Matthei, a quién se le atribuía un rol especial en cuanto a impedir dicha acción, derrumbó esta falsedad con una carta expresamente dedicada a desmentir dicha falacia (EyS Nº 96, Julio - Septiembre 2018).
Una cuarta “perfecta mentira” fue aquella del supuesto “robo de las AFP”. Quien lo explicó muy bien fue el economista Claudio Hohmann: “En nuestro país, por años se sostuvo la versión de un “robo legalizado” de las AFP. Muchos marcharon convencidos más allá de toda duda de que sus ahorros eran sistemáticamente birlados por un esquema vil, saqueados por los administradores de sus cuentas individuales. Es difícil pensar en un relato más corrosivo que este para la confianza en un país. Hasta que una reforma develó la mentira reconociendo que esos ahorros estaban intactos, listos para aliviar las severas apreturas económicas por las que pasaban la mayoría de los cotizantes a raíz de la pandemia. El retiro de los fondos confirmó más allá de toda duda que el “robo legalizado” de las AFP había sido una perfecta mentira”.
Es doloroso que el país haya tenido que convivir con estas cinco grandes mentiras durante tanto tiempo y que ni los líderes de opinión ni la sociedad civil se hayan indignado lo suficiente, y mucho menos actuado, para refutarlas y hacer prevalecer la verdad. Ha sido la acción perseverante de un puñado de individuos amantes de la verdad lo que ha ido, paso a paso, derrumbando estas grandes mentiras.
Llegó la hora que todo dirigente político responsable y patriota acoja estas verdades históricas que se han ido revelando. Esa sería una contribución inmensa para mejorar la política chilena, retomar el camino de la prosperidad y restablecer la amistad cívica y la paz.