El Big Mac
Por Jeffrey Tucker, research fellow, Acton Institute
(Foundation for Economic Education, 5.8.14, extracto)
El Big Mac es el alimento más nutritivo y más barato de la historia humana. En el estado de naturaleza, conseguir alimento era el mayor desafío, pues no era durable y los hombres debían procurárselo todos los días. Sin herramientas, solo comían animales pequeños, estacionarios o de lentos movimientos. Con elementos de caza más desarrollados, no era fácil preservar la carne, lo que explica por qué la sal ha sido uno de los productos básicos más valiosos de la historia.
Un Big Mac contiene 390 calorías y 23 gramos de proteína entre la carne y el queso. Así, la hamburguesa completa con el pan y todos los aditivos provee alrededor de la mitad de todo lo que necesitamos de alimento para sostener la vida humana por un día. Y todo ello, por solo 3,25 dólares ($2.200 pesos).
En cuanto a los ingredientes, la carne misma ya es un milagro. La carne no estaba disponible para la mayor parte de la humanidad hasta que, a mediados del siglo XX, se inventó la carne envasada. Y transportarla y preservarla fue una gran empresa.

Y está el pan -nada simple, si no, trate de cultivar trigo usted mismo-, la lechuga -solo la refrigeración posibilitó masificarla-, el queso -es muy caro pastorear vacunos-, el tocino -alimento de reyes, cortesía del chancho-, los pickles -requieren un largo período de maduración- y los varios tipos de salsas que se originan en semillas provenientes de todo el mundo.
Los ingredientes del Big Mac, así como casi todo lo que está en su refrigerador, le deben su existencia a la tecnología, al libre comercio y a la empresa privada.
Durante una clase en que conversamos sobre las restricciones en el estado de naturaleza, les pregunté a mis alumnos qué medidas habrían inventado nuestros ancestros de hace 150.000 años para aliviar sus enormes privaciones y la frecuente escasez de alimentos. Yo esperaba como respuesta que ellos habían inventado la propiedad privada, para domesticar animales y cercar tierras para cultivar. Pero alguien me contestó, entre las risas de todos: crear un gobierno. Todos rieron porque de haber creado un gobierno, habrían en realidad formado un pequeño grupo que, con el monopolio de la fuerza -que todos los gobiernos la tienen por definición- se habrían dedicado al pillaje y a la caza sin control. No habría mejorado en nada su condición de escasez.
Los gobiernos llegan y se van, pero solo los logros del comercio y la libre empresa duran por generaciones. Cada vez que inventamos una tecnología, un mejor hacer las cosas, esta se incorpora al stock de capital de la civilización para ser usada y disfrutada por las generaciones siguientes.
El Big Mac no es parte de la naturaleza. Podemos reírnos de él, podemos criticarlo, podemos incluso denunciar a la compañía que lo produce, un privilegio de los mal agradecidos. Pero al menos debemos reconocer en sus restaurantes los símbolos de que la humanidad, con libertad para emprender, puede alcanzar grandes objetivos que mejoran el nivel de vida de todo el mundo.